miércoles, 22 de abril de 2015

Mes de abril, mes de la aventura

Mes de abril, mes de la aventura…

Veíamos en el mes de enero cómo, desde el principio de la historia, el ser humano ha luchado entre sí por multitud de motivos, tanto nobles como mezquinos. Una de las razones más poderosas que han llevado al hombre a la guerra ha sido el deseo de expansión y conquista de nuevos territorios, saqueando ciudades, sometiendo pueblos, destruyendo civilizaciones para hacerse con sus tierras y con sus recursos naturales.

Sin embargo, no sólo la codicia ha empujado a la humanidad a explorar la Tierra. Cabe suponer que en muchos casos, la curiosidad humana, el afán científico o el ansia de conocer nuevos lugares y de vivir experiencias diferentes también se halla detrás de las expediciones y exploraciones que se han llevado a cabo desde el comienzo de los tiempos. Tal vez aquellos marineros antiguos, fenicios, cartagineses o griegos que surcaban el mar Mediterráneo, o aquellos temibles vikingos que aterrorizaban las poblaciones costeras con sus formidables barcos no sólo buscaban riquezas, esclavos y tierras, sino también la emoción de sentir la brisa marina en sus caras mientras navegaban rumbo hacia lo desconocido: la muerte, acaso, o quizás la gloria, la fama y la fortuna.

Pensemos en los sentimientos de los marineros que viajaron con Colón a bordo de alguna de las tres carabelas con las que descubrió América, cuando aquella mañana del 12 de octubre de 1492 desembarcaron en la isla de Guanahaní (llamada más tarde San Salvador). Aunque no supieran que eran los primeros europeos en llegar a aquel continente, podemos imaginar la emoción que sintieron cuando, tras tres meses de navegación, pisaron por fin la arena de la playa...

La historia de la humanidad está sembrada de tantas aventuras fabulosas que resulta difícil mencionar sólo unas cuantas. Debemos citar, por ejemplo, a Marco Polo, quien en el siglo XIII visitó China y contribuyó a que los europeos conocieran esta cultura milenaria a través de su libro Los viajes de Marco Polo. Durante los siglos XV y XVI, los europeos (especialmente, portugueses y españoles), se lanzaron a la búsqueda de nuevos territorios, lo que llevó posteriormente al descubrimiento y conquista de América. Algunos de los logros más significativos de esta época fueron los cuatro viajes de Colón, la expedición de Bartolomé Díaz (primeros europeos en doblar el Cabo de Buena Esperanza), la exploración de las costas de Norteamérica de Juan Caboto, el descubrimiento del Oceáno Pacífico de Vasco Núñez de Balboa, la conquista del imperio maya por parte de Hernán Cortés y sus tropas, y del imperio inca por parte de Francisco Pizarro y Diego de Almagro; la exploración del Amazonas de Francisco Orellana, la conquista de Chile Pedro de Valdivia, la primera vuelta al mundo de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano… Ya en aquella época, piratas como Francis Drake se dedicaron a saquear las posesiones españolas en América.

Entre el siglo XVII y el XIX, nuevas potencias coloniales como Holanda, Francia o Inglaterra tomaron el relevo de España y Portugal en la exploración del globo terráqueo. Por ejemplo, el capitán británico James Cook realizó tres viajes de exploración por el Océano Pacífico, reclamando Australia, Nueva Zelanda y muchos archipiélagos polinesios para Gran Bretaña. También hubo viajes de exploración científica como el de Charles Darwin, quien a bordo del Beagle, viajó durante cinco años a través del planeta, recabando información y muestras que le permitirían, años más tarde, escribir su obra El origen de las especies, donde defendió por primera vez la teoría de la evolución.

En el siglo XX, muchos aventureros se han obsesionado por alcanzar metas nunca antes logradas por el ser humano. Podemos mencionar a Edmund Hillary y Tenzing Norgay, primeros hombres en llegar a la cima del Everest; a Charles Lindbergh, primero en cruzar el Atlántico en un vuelo sin escalas en solitario, a Amelia Earhart, pionera de las mujeres aviadoras... 

La conquista de la Antártida también fue una gran aventura de principios del pasado siglo, con grandes exploradores, como Shackleton, y con una emocionante y trágica carrera entre los noruegos capitaneados por Roald Amudsen y los británicos, liderados por Robert Falcon Scott, compitiendo por ser los primeros en alcanzar el Polo Sur. Cuando el equipo de Scott llegó al punto sur geográfico, encontraron una carta escrita por los noruegos, que habían llegado allí treinta y cinco días antes. La mala suerte de Scott y los suyos no acabó allí: mientras los noruegos de Amudsen sobrevivieron a la expedición, todos los británicos perecieron en el retorno. 
Quizás la hazaña más significativa del siglo XX fuera la de los astronautas del Apolo XI Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin «Buzz» Aldrin. Cuando el 21 de julio de 1969 Armstrong pisó por primera vez la superficie de la luna y pronunció las míticas palabras «Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad», cayó una de las últimas barreras que le quedaban por traspasar al ser humano, aunque guarda nuevos retos para los tiempos venideros, como la conquista de Marte o la de los fondos submarinos.
Para aquellos que no somos tan intrépidos, siempre nos quedará el consuelo de poder vivir grandes aventuras a través de la literatura. Podemos embarcarnos en los más maravillosos viajes, acompañando a Ulises en su accidentado periplo de vuelta a casa en Ítaca en La Odisea, viajando con Gulliver al país de los liliputienses y al de los gigantes, navegando por el río Mississippi junto a Tom Sawyer y Huckleberry Finn o por el fondo marino al lado del Capitán Nemo en Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino; dar la vuelta al mundo, o incluso llegar hasta la Luna o al mismísimo centro de la Tierra en las novelas de Julio Verne. Podemos buscar un cofre escondido por piratas junto a Jim Hawkins y John Long Silver en  La Isla del Tesoro, o saquear barcos ingleses al lado de Sandokán. Podemos luchar junto a los más valerosos héroes defendiendo grandes causas: al lado de Robin Hood para recuperar el trono de Inglaterra para Ricardo Corazón de León en Ivanhoe; intentar salvar a El Último Mohicano; unirnos a D'Artagnan y a Los tres mosqueteros en un intenso duelo a espada frente a los guardias del Cardenal Richelieu, o pelear junto con Diego Alatriste y los ejércitos españoles en Flandes. Podemos compartir una isla desierta con Robinson Crusoe, buscar Las Minas del Rey Salomón legendarias al lado de Allan Quatermain, enfrentarnos a la temible ballena Moby Dick junto al Capitán Ahab, o vivir mil aventuras para probar nuestro valor al lado de Harry Feversham en Las Cuatro Plumas. Podemos emocionarnos al leer las memorias reales de Lawrence de Arabia, soñar con las hazañas de hombres, enanos, elfos, hobbits y demás en la fantástica Tierra Media creada por J.R.R. Tolkien, enzarzarnos en una emocionante carrera de cuádrigas con el romano Messala en Ben-Hur, o hasta ponernos profundos y reflexionar sobre la existencia y la naturaleza del ser humano en las novelas de aventuras de Joseph Conrad, como El Corazón de las Tinieblas.

Gracias al cine, también podemos vivir maravillosas aventuras, como las de Piratas del Caribe, La momia, Robin Hood, Tarzán, Ben-Hur, Gladiator... Quizás el aventurero más famoso sea Indiana Jones, un profesor universitario que busca objetos míticos como el Arca del Alianza o el Santo Grial en sus expediciones por el mundo. Si bien coincidimos con la mayoría de la crítica que el intento de resucitar la figura de Indiana Jones hace pocos años con una nueva película fue fallido, las tres primeras películas (Indiana Jones: En busca del arca perdida; Indiana Jones y el templo maldito e Indiana Jones y la última cruzada), son joyas del cine de aventuras que no deberíais perderos.

Cómo no, también podemos vivir aventuras de una forma interactiva a través de los videojuegos. En los 90 existió un género muy popular, el de las aventuras gráficas, con grandes títulos como la serie de Monkey Island, Indiana Jones and the Fate of Atlantis, Maniac Mansion, Grim Fandango, Day of the Tentacle, Sam & Max, Full Throttle, las series de King Quest, de Simon the Sorcerer o de Gabriel Knight, continuada por títulos más recientes como The Longest Journey, Runaway, Broken Sword, The Walking Dead, Tales of Monkey Island, la serie del profesor Layton...

La lectura, el cine o los videojuegos nos permiten soñar con grandes viajes y con aventuras reales o ficticias que nos hacen sentirnos más vivos, puesto que, como escribió el gran poeta chileno Pablo Neruda “Muere lentamente quien no viaja,/ quien no lee, quien no escucha música”. Puesto que ya hemos sugerido numerosos viajes imaginarios a través de la literatura de aventuras, terminemos este artículo sugiriendo también algo de música, para completar las recomendaciones de Neruda. Os dejamos, como no podía ser de otro modo, con la mejor melodía para sentirnos aventureros: la banda sonora de Indiana Jones.






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